A no ser que tengamos todos nuestros ficheros almacenados en algún sitio online, la mayoría de nosotros guardamos una gran cantidad de información digitalizada en nuestros ordenadores: fotos, vídeos, programas, trabajos, documentos… Más concretamente, esta información reside en los discos duros, que son los componentes físicos donde están guardados todos esos ceros y unos.
Los discos duros normales constan de un disco circular, que gira a una velocidad constante, y sobre el cual hay un cabezal de escritura/lectura (como el de la imagen) que “vuela” a una distancia nanométrica. Al tratarse de un elemento mecánico está sometido a algún tipo de desgaste, y esto hará que tarde o temprano falle y deje de funcionar. Simplemente puede dejar de girar, y ya no se puede leer ni un solo bit de información.
Como este problema ha acompañado a la informática desde hace mucho tiempo, existen soluciones asequible y fiables para tratar de solventarlos lo mejor posible. Una de esas soluciones es la de hacer copias de seguridad periódicas, lo cual es efectivo, pero tedioso. Sin embargo, a día de hoy es posible montar dos discos duros dentro de un ordenador, y que el hardware de éste se encargue de escribir la misma información en los dos a la vez en tiempo real, teniendo así que si uno falla, y en el otro estarán los datos perfectamente actualizados sin haber perdido nada.