Es increíble comprobar como con el paso de los años uno tiende a guardar determinadas cosas que terminan por convertirse en “trastos“, ese tipo de objetos que no sirven para gran cosa, pero de los cuales somos un poco reticentes a separarnos.
En la foto (hacer clic para ver en detalle) se ve algunos de los que tengo yo acumulados (aún hay más…) y da que pensar: ¿de verdad es necesario guardarlos todos? ¿cual es la probabilidad de que necesite/use uno de ellos en el futuro?
En fin, algún día les llegará su hora, pero de momento los seguiré conservando sin ningún motivo en concreto 😛